TRASPLANTANDO OLIVOS Y PINTANDO MADERA

Por fín construí, la primavera pasada, el muro de piedra que necesitaba para rellenar y ampliar el terreno frente al cortijo. 

 

Aproveché la esquina para hacer un mirador con vistas al pueblo. 

Un nuevo espacio disponible que había que llenar con algo más que vehículos, así que he aprovechado algunos de los olivos, en total 22,  que he arrancado en otra finca para trasplantarlos aquí. Son olivos de unos ocho años que han salido con buena cantidad de raiz a pesar de haberse arrancado tirando de ellos con el brazo de la retroexcavadora. No obstante es obligado la tala por completo dejando sólo los brazos principales para favorecer la nueva brotación.

Por supuesto, los hoyos para sembrarlos también los hizo la citada máquina.

 

 A mí me gusta pintar los troncos con una mezcla de pintura blanca, oxicloruro de cobre, Aliette ( 80% fosetil-Al) y algún insecticida (un consejo que me dió en cierta ocasión el amigo y maestro Cocomaura para tratar la gomosis). Con ello pretendo evitar la deshidratación de la corteza, que puede provocar la acción del sol por falta de masa foliar, favorecer la cicatrización de los cortes y evitar la entrada de bacterias, hongos e insectos como el barrenillo.

Obligado era también el seto de caña con postes de traviesas viejas de invernadero como cortavientos. 

Después de regar en abundancia, he aplicado a cada uno un carro del compost resultante de la pica de podas con la biotrituradora.  Un abono que, tras una caba concienzuda, suavizará mucho la tierra compacta con la que rellené el nuevo espacio creado.

 

También he aprovechado para limpiar de goma un cerezo y pintar con la misma mezcla. Me ha dado muy buenos resultados otros años con otros ejemplares.