Puede parecer un simpleza pero tiene algunos detalles que es importante tener en cuenta.
Lo primero es que conviene que el vino esté bastante clarificado para evitar luego demasiados posos en botella. Como no me gusta filtrar (los posos en botella no son nada malo, aunque no quedan estétidos) procuro que hayan pasado seis o siete meses desde el descube tras la fermentación y haber realizado unos cuantos trasiegos. Existen procesos de clarificación forzada como utilizar clara de huevo, bentonita, cola de pescado, gelatinas y otros productos. Yo he utilizado alguna vez la clara de huevo en tinto y la bentonita en blanco (quizá en este caso si sea más necesaria la clarificación), pero me dí cuenta que con un poco de paciencia no es necesario, en un vino tinto artesanal, realizar esta labor.
Así que tras tres trasiegos y haber pasado el frío del invierno por las cubas, he decidido embotellar algún vino, con la inestimable ayuda del Rockanrolerofutbolístico emulando una perfecta cadena de montaje. Si pensara que el vino no merece la pena también me ahorraría el embotellado. Pero la botella da un equilibrio y afinamiento especial al vino que la hace muy aconsejable.
En la primera imagen se ve el nivel que debe de tener el líquido y es muy conveniente tenerlo en cuenta para dejar una pequeña porción de aire que actúa sobre el vino, para evitar que al introducir el corcho el vino escape por la boca y evitar que con los cambios de temperatura y correspondiente dilataciones el vino llegue a atravesar el corcho o incluso a hacer estallar la botella.
La encorchadora manual es una máquina muy sencilla que consiste en un sistema de palanca que orpime el corcho hasta un diámetro apropiado para introducirlo en el cuello de la botella sin ofrecimiento de resistencia. La máquina tiene un tornillo que regula la distancia de entrada del corcho en la botella, conviene que el corcho quede a rás de la boca del vidrio, de lo contrario quedaría antiestético. Además, si lo introducimos demasiado reducimos la cámara de aire del cuello de botella y si lo dejamos salido desaprovechamos parte del corcho.
En cuanto a calidad del corcho se puede decir mucho, yo sólo os digo que a mayor calidad mayor tiempo de conservación del vino en botella. No hace muchos años se introdujo en el mercado el corcho sintético que está muy bien para vinos de cosecha de no mucha calidad, porque este tipo de corcho no favorece la evolución del vino en botella al no existir microoxigenación. Aunque, eso sí, ese tipo de corcho no es el factor limitante de la vida del vino en botella.
Después del encorchado viene el encapsulado. La cápsula no tiene otra función que la estética y comercial, pero a mi me gusta dejar la botellas lo más presentables posibles aunque obviando su carácter artesanal.
La primera vez que vi el aparato encapsulador me dio la risa porque no imaginaba su simpleza. Sólo se trata de un calentador de resistencias que se coloca sobre el cuello de la botella y por medio del calor la cápsula de plástico se contrae oprimiento el cristal. El aparato vale un dinero pero os puede valer igualmente un decapador de pintura por calor, aunque no es tan cómodo.
Una vez caliente, sólo hay que tener la encapsuladora dos segundos sobre la cápsula para que ésta que de perfectamente acoplada a la botella.
También hay que tener en cuenta que tras el encorchado las botellas deben dejarse de pie al menos 24 horas para dar tiempo a que el corcho cierre bien los poros y no derrame vino.
Y después viene el etiquetado, pero esto es lo menos importante.